UNA COMEDIA LIGERA 40n13



«Todo él peripècia de Una comedia ligera desarrolla en algunos pocos días de verano de un año de transición ligera a un principal de apertura o, para ser más exacto, a unas medidas severas menores: dos momentos de relativos languidez. […]Desde el punto de vista literario no me interesa tanto enjuiciar una época también a pesar de que lo describe. Para conseguirlo, me ha propuesto no relacionando situaciones, pero reproducir lenguas.» Eduardo Mendoza es en Barcelona, un verano de la posguerra. Uno distinguido comediógrafo, del cual las piezas quizás comienzan en quedarse pases de moda, vive las perplejidades de la entrada en la edad otoñal, ningún menos que lo indecisión y él titubeo entre reclamos simultáneos o sucesivos amatorios. Parece el esquema de una comedia de burgués de hábitos; pero la irrupción del delito y la intriga policial lo convierte indagación humano también en en-termitente cuenta detectivesca. Uno habilísima dosificación de los recursos expresivos permisos para posar en ligeros sordina la ironía y el humor sin desvanecerlos, dar su parte en él ambigüedad sin difuminar la consulta criminal, la marca sido de los tics y los fastos de una época sin convertir el color local en el eje de la cuenta. 1om1